martes, 13 de enero de 2015

Sistemas de clasificación. (DSM IV y CIE10)

Existen diversos sistemas de clasificación que permiten apoyarnos para el diagnóstico de diversas patologías y que específicamente en relación a los procesos mentales se encuentra el DSM (Diagnostic and Stastical Manual  of Mental Disorders) el cual dentro de los sistemas de clasificación se plantea como uno de los más importantes al cubrir la falta de fiabilidad al ser objetivos en la definición de las categorías diagnosticas así como por disminuir la variabilidad  en la información recogida por el clínico  sobre la que se va a basar el diagnostico. El DSM  es  actualmente el manual más importante considerado  para el diagnóstico y clasificación de las enfermedades mentales, publicado por la APA (Asociación Americana de Psiquiatría), desde 1952 y hasta la fecha se han publicado cinco versiones y dos revisiones, siendo la ultima el  18 de mayo de 2013.

Ha sufrido diversas modificaciones que pretenden adaptarse a las nuevas informaciones, descubrimientos e investigaciones que actualizan los diversos trastornos mentales, pasando desde su primera versión en 1952 de 108  trastornos mentales a 182 en el DSM-II(1968), a 265 en el DSM-III (1980), seguida de la versión DSM-IIIR (1987) con  292 diagnósticos  a 354 categorías en el DSM IV publicado en 1994, seguida por su revisión  del DSM IVR en 2000 sin sufrir modificaciones significativas, hasta el último DSM V donde tampoco sufre cambios significativos en el número de trastornos.

Esta aceptación se encuentra ampliamente extendida aunque al basarse y tener un su origen en una  concepción médica, no reflejan la concepción ambientalista que los psicólogos pretendiesen. Vizcarro (1996). Un ejemplo de ello consiste en el hecho de tomar en cuenta lo que es bueno o malo de acuerdo a las diferentes sociedades en las que pretendamos valorar a un determinado individuo, basta decir que hasta la segunda versión del DSM la homosexualidad era considerada un trastorno mental, que tuvo que replantearse por el medio social en el que actualmente vivimos.

EL DSM  puede considerarse como un sesgo de actor-observador que se refiere a la tendencia de enfatizar causas internas, en el cual se pretende unificar los criterios de inclusión y exclusión necesarios para poder llegar a la conclusión de un determinado trastorno mental, disminuyendo de esta forma la variabilidad de los juicios emitidos por los diferentes jueces. Sin embargo permite una jerarquización entre diversos trastornos que podemos encontrar en un mismo paciente, de esta forma estableciendo la posibilidad de encontrar más de un padecimiento en un mismo paciente.

Otro factor a considerar al utilizar un sistema de clasificación y considerar que la estos son de una forma u otra arbitrarios es que este se encuentre realmente centrado en los procesos clínicos para los cuales fue creado y que no se contamine en su desarrollo por factores externos y principalmente económicos, traducido esto que no apoye a la industria farmacéutica en aras de sobre diagnosticar a  una población clínicamente sana otorgando falsos positivos en el diagnóstico que eleven las ventas de diferentes medicaciones principalmente ansiolíticas y antidepresivas, recordemos que las ventas del DSM aportan el 10 % del ingreso para la APA, cifra muy inferior a la que constituye la venta de medicamentos psicotrópicos.


Por tanto es de suma importancia que cualquier sistema de clasificación como los es en el caso específico del DSM sea fiable, sensible, especifico y valido como lo concluye Vizcarro (1996)

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